En
el término municipal y a un kilómetro del núcleo
de enterramientos altomedievales del cementerio, en una zona llamada
Villa Cadima o Villa Caima, se encuentran unos
restos arqueológicos de gran interés.
Se trata de una visera rocosa con huecos para encajes de
vigas, tal vez para sostener un techo, y en la base de
la roca, dos hornacinas, la de la izquierda de casi un metro con
setenta centímetros, tal vez usada para dormir, ya que tiene
un resalte para apoyar la cabeza, y la otra de menor tamaño,
en forma de alacena.
Por su situación no alejada del pueblo,
en un paisaje idílico, de bellas arboledas,
y manantiales, puede estar en relación con el primer núcleo
mozárabe que se estableció y tal vez fuera el lugar
de habitación de algún eremita. Alrededor de este
lugar no hay ningún resto de construcción. Unicamente
las paredes que separan los campos y las tainas de los pastores,
destacan sobre el terreno.
Un factor que pudiera tener importancia
es la tradición oral de la existencia en este lugar
de un pueblo, muy pequeño, que ninguno de los actuales habitantes
ha conocido, y que la imagen de Santa Lucía, que
actualmente se conserva en la Ermita del Santo Cristo de la Vega,
estaba antes en esta zona, de la que se conserva el nombre en unos
olmos llamados hoy de Santa Lucía.
Textos de Wifredo Rincón García
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